Un jubilado y docto profesor
universitario de economía vive, junto a una constante e intrínseca paranoia, en
una existencia más o menos ordenada, más o menos acomodada, más o menos
resignada. En su día a día, el “lúcido” analista de la economía mundial ve,
habla y mantiene “relaciones” con unos imaginarios, elegantes y diminutos
hombrecillos. En un primer estadio lo hace “casi” inocentemente, compartiendo
su orden doméstico, y, más tarde, ya mimetizados a él, transgrede nuestros
manuales de decencia y decoro.
Juan José Millás nos invita a reflexionar
en este libro sobre nuestros instintos primarios y por qué no podemos dar
rienda suelta a los mismos, sobre una sociedad que no nos permite dejarnos
llevar por ellos y sobre la conveniencia de abandonarnos a los mismos o no.
Está narrado desde una perspectiva masculina, seguramente los instintos de los
que habla el autor no son del todo iguales en una mujer.
© Juan Millás
En una entrevista con Juan Cruz en El
País digital en Octubre de 2010, éste le
comentaba:
P. En varios de sus libros parece
evidente que siempre está el doble revoloteando...
R. De hecho, el asunto nuclear de Lo
que sé de los hombrecillos es el tema del doble, más o menos latente en
toda mi obra, y que es metáfora de otras realidades, como la de la
realidad-ficción, apariencia-verdad, original y copia, etcétera. Lo que ocurre
es que aquí el delirio está abordado de un modo directo, sin rodeos. En el
primer párrafo se establece ya el pacto con el lector. Y el narrador delirante,
a la vez que cuenta el delirio, cuenta cómo lo vive, en una especie de híbrido
entre relato y diario de a bordo de ese relato.
P. Y entra el sexo. En su obra nunca ha
sido tan explícito.
R. Este narrador que cuenta lo que
ocurre con los hombrecillos está muy obsesionado con lo biológico. Se da cuenta
de que cuanto más brutal es lo biológico más alma tiene dentro. Por eso le
fascina tanto el huevo de gallina. Pocas cosas hay tan biológicas como un huevo
de gallina. Sin embargo, el huevo, a la vez que es un producto exageradamente
biológico, resulta increíblemente simbólico. El intento de este personaje de
acercarse a lo biológico en su literalidad lo que genera es que la literalidad
siempre le devuelve el alma, no la biología. Y eso ocurre con el sexo. Parece
que es un sexo donde no hay más que biología, pero precisamente cuantas más
cantidades de biología hay, más alma hay. Creo que es el sentido que tiene ese
sexo tan explícito.
P. Que el hombre resuelve echando mano
de una especie de doble
... El hombrecillo es
su doble.
Deberes cumplidos antes de acabar el año.
ResponderEliminarChicas, animáos a los comentarios.
Feliz Año de nuevo. Susana.
Sí, está claro que la perspectiva del narrador es totalmente masculina...yo estoy segura de que una mujer viviría otras "realidades imaginarias".
ResponderEliminarEn cualquier caso, asusta un poco la idea de no poder ser capaces de gestionar nuestros deseos más profundos; ¿tan difícil sería mantener el control de nuestra vida si todo nos estuviese permitido?
Sería interesante planteárnoslo en serio: una buena forma de conocernos mejor.
Gracias Susana por tu síntesis del libro.
FELIZ AÑO NUEVO!!!
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarSí,está claro que la perspectiva de los deseos inconfesables del protagonista de "Lo que sé de los hombrecillos" es claramente masculina. Quizá el 2012 sea un buen año para dar rienda suelta a esas otras realidades que forman parte de nosotros.¿Realmente tenemos un doble, una especie de antípoda?
ResponderEliminarDe lo que sí estoy segura, como el mismo J.José Millás dice, es de que "Nunca terminamos de hacernos..."
¡FELIZ 2012!
Dice la Wikipedia sobre el autor que :"...sus principales obsesiones: el problema de la identidad, la simetría, la soledad próspera, los otros espacios habitables dentro de nuestro espacio, el amor, la fidelidad y los celos.." están en sus obras.
ResponderEliminarBueno, pues así es, de nuevo.
Un librito desconcertante, el que hemos elegido en tercer lugar a cuenta de nuestro insaciable estómago de lectoras asociadas.
Para las que se trató de nuestro primer acercamiento a la obra de Millás, la primera sensación fue de masticación fácil pero sabor raro: resulta difícil identificarse, o encontrar si quiera ameno, el delirio de un hombre viejo y tímido, en permanente observación y recreo mental de sus obsesiones, que lo son por no haber sido satisfechas en la vida real, y que a los ojos de una mujer joven (nosotras ;) resultan aburridas, por típicamente masculinas, y que por no haber sido satisfechas por falta de coherencia, resultan además pátéticas.
Pero en mi caso, animada por los momentos inspirados del relato, en los que el autor parece haber escrito alguna página del tirón y sin necesidad de correcciones posteriores, haciéndonos sonreir algunas expresiones que nos parecen nuevas, como "una ocurrencia biológica" para describir a una persona, seguí leyendo. Luego entreví la humanidad de otros personajes que rodean al torpe protagonista (su esposa, la niña, al modo en que, salvando las distancias, entreveíamos el entorno de adultos del niño protagonista de "el príncipe destronado", le tenemos pendiente, admiradísimo Sr. Delibes!), y finalmente, en sus momentos finales (los del libro) atravesé con convicción el puente de sinceridad entre el personaje y el lector que tiende Millás.
De este modo, ya reconciliada con la obra, no diré que es literatura nutritiva, pero sí resultó un agradable y breve tentempié, que dio lugar a un agradabilísimo intercambio de opiniones del club, con sus risas, y que nos deja satisfechas y listas para abordar el siguiente libro....
a por él!
feliz año 2012!
Con vuestro permiso, ya estoy aquí. Millás! Casi nada! No lo he leído y estoy eligiendo lecturas para 2012, así que este cae. Gracias por la recomendación y felices lecturas! (por cierto, se podría saber cual es el próximo?) Abrazos!!!
ResponderEliminarHola Cris!!
ResponderEliminarEncantadísima de leerte con nosotras....:)
No sabemos aún cuál es el siguiente libro: en cada reunión para comentar la lectura del mes, se decide por votación el siguiente, entre las propuestas que se presentan.
Si tu Club de Lectura tiene blog, dinos la dirección, que nos convirtamos en seguidoras mutuas ;)
Hasta pronto!
Por cierto, se me ha olvidado comentarte que ahora estamos "trabajando" el libro "El viejo juez", de Jane Gardam.
ResponderEliminarHola Ló:
ResponderEliminarComo es el club de un Instituto, los chicos están preparando el blog. En cuanto lo tengan en marcha nos ponemos en contacto. Nuestras lecturas están enfocadas a ellos, pero no veas como responden. Echaré un vistazo a el juez en cuestión. Abrazos.
"Lo que sé de los hombrecillos" ese libro simple, ligero y fácil de JJ Millás...eso me pareció a mí al principio, en una primera lectura, pero luego descubro que no es eso que, por el contrario, Millás realiza con este libro una propuesta audaz:dar rienda suelta a nuestros impulsos más primarios -esos que no aceptamos o que aceptamos mal-.
ResponderEliminarLa concreción de esos impulsos o vicios que realiza el autor, a mí me parece un poco pusilánime -ya que nos propone descender a los infiernos me hubiera gustado algo más de profundidad-, pero le cuadra perfectamente a un personaje tan gris y convencional como el catedrático de Economía protagonista del libro (por cierto, tiene una identidad tan débil y difusa que ni siquiera tiene nombre).
Cuando el protagonista deja libres esos impulsos, se esconde, no habla de ellos, se averguenza, se aisla de su entorno porque ni su familia ni el resto de la sociedad entendería esa parte oscura de su personalidad...así desemboca en una penosa soledad, pues su actitud le aleja del resto.
El modo en que acaba el libro me hace pensar en que, quizá, Millás ha querido plantear una moraleja, un consejo moral?: no debemos cuestionar las reglas morales, las rutinas, las costumbres, el plan preestablecido de nuestra, pues si nos apartamos del redil al final estaremos solos e incomprendidos.
Muchas gracias a todas por vuestros comentarios y nos vemos el viernes, para diseccionar a ese viejo juez protagonista de nuestro próximo libro. Besos.Encarna