jueves, 26 de julio de 2012

EMMA, de Jane Austen

Es, para muchos, la mejor novela inglesa del siglo XIX.
 Se publicó en 1816, y ya desde el mismo momento en que sus páginas vieron la luz fue considerada una historia distinta, alejada de los modelos sentimentales tan del gusto de la época, casi pensada "a contrapelo", como un relato de intriga, aunque de gran sencillez argumental, en el que lenta y pausadamente se va revelando el verdadero rostro de más de un personaje; pensada para mantener la tensión hasta ver en qué para cada conflicto entre los distintos protagonistas, pero que sí cumple con una de las normas que por aquel entonces eran de ley: un final feliz.


Emma Woodhouse, una joven de origen acomodado y algo entrometida, no parece tener otro interés en la vida más que el de arreglar los amores y casamientos de los demás, con tan mala fortuna en algún caso, que está a punto de producir varias catástrofes sentimentales incluída la suya propia, reflejando claramente a lo largo del relato el mecanismo social de la época de la autora, movido por una avidez de dinero y posición social apenas velado por la etiqueta.

El lenguaje de la autora, Jane Austen, es como en toda su obra, exquisitamente minucioso y descriptivo, concienzudamente atento a los matices clasistas y las diferencias monetarias entre los personajes. Un estilo ceremonioso y formalista, magistral en su análisis de los caracteres y muy hábil en los entramados de cada situación, que a veces puede dar la sensación de deliberada lentitud argumental, haciendo de ésta una novela sin prisa para la lectura y con un detallado regodeo en los detalles, pero que a la vez anima a una segunda lectura, donde seguro que podremos apreciar la acertada construcción de esta obra, con la mezcla exacta de saber e ignorar que hace falta en todo momento para mantener la tensión argumental.

Mariló