Una dirección de correo electrónico accidentalmente mal escrita hace que, por casualidad, Leo Leike y Emmi Rothner se conozcan en la red. Poco a poco, lo que en principio son correos muy formales de dos personas adultas, se convierte en un diálogo repleto de curiosidad por el otro. Pero no se queda ahí: a medida que van ganando confianza, la dependencia entre ellos se hace cada vez más patente y, a su vez, también el cariño y el miedo. Miedo a enamorarse y, en mayor medida, a verse y decepcionarse.
¿Cómo definir esta novela?
Tal vez, podemos verla como un libro de verano, o tal vez sea la vuelta de la novela epistolar actualizada a través de Internet como mensajero del amor.
No resulta una obra maestra de la literatura pero es fresca, vital, rápida y fácil de leer. No por eso deja de ser en definitiva, un libro con una historia de amor cibernética original literariamente hablando y común en la vida real. Refleja unas vivencias que se dan mucho más de lo que nos imaginamos en el día a día.
A lo largo de la obra se tratan temas como las fronteras entre la amistad y
el amor, el intento de reprimir los sentimientos, la infidelidad, los celos y la
búsqueda de la felicidad. También se trata la importancia de la apariencia
externa así como el innegable papel que nuevos medios aparentemente
“fríos” e “impersonales” están desempeñando en la vida sentimental de las
personas.
Además, a pesar de su sencillez, o precisamente por eso, resulta tremendamente adictiva. La propia curiosidad mientras leemos por saber qué consecuencias tendrá la relación, el fácil lenguaje y la estructura epistolar, sin narrador ni descripciones, hacen que Contra el viento del norte sea una lectura rápida y muy ligera. Es difícil cerrar el libro antes de llegar al final.
Luisa